domingo, 30 de julio de 2017

Hip, hip ¿Hurra?


Hip, …, hip, … hip, …

Si no fuera por este hipo ingobernable, tendría una digestión feliz. Más o menos como dicen que son los últimos días de embarazo: La tripa hinchada, sin un milímetro más de capacidad aprovechable, movimientos torpes a cámara lenta, imposibilidad de adoptar 9 de cada 10 posturas que permite el cuerpo humano y abotargamiento general… pero nadando en un mar de endorfinas que otorgan a la vida una sensación de placidez sin comparación. Vamos, que si ahora explotase una bomba nuclear, me daría gustito por la sensación de calidez que percibiría…

Hip, …, hip, … hip, …

Mi amigo Pedro, varado en el otro extremo del sofá, trata de encontrar hueco para un refrescante café con hielo pero no lo encuentra, con lo cabezota que es no descarto que termine esnifándoselo, porque si dice que se va a tomar algo, lo hace aun a riesgo de su vida y, si no, que le pregunten al camarero del garito de ayer, que se apostó la cuenta a que Pedro no se clavaba 20 gin tonics, de esos con ensalada y todo que sirven ahora y perdió estrepitosamente, 22 se metió para el cuerpo. Lo único que se le entendía al Pedro vegetaetílico que volvió tambaleándose conmigo al hotel fue: “No había comido tanto verde en mi vida…”

Hip, …, hip, …, hip, …

Estos cocineros tan buenos deberían estar prohibidos, cogen un puñado de alpiste para los pájaros, estopa de esa de los fontaneros y un despojo de carne que despreciaría un buitre hambriento y, ¡Tachán! Te sirven una delicia que terminas lamiendo el culo del plato por fuera. Y eso en los entrantes, el primer plato, el plato fuerte y, redoble de tambores, unos postres de morir de hiperglucemia gozosa. Así pasa, que mi mujer está mosqueada porque dice que con la humedad del mar encoge la ropa. Qué gracia tiene la jodía, que encoge la ropa. Lo único que encoge es la tarjeta de crédito, que cualquier día se me va a fundir en la mano como un tranchete.  Qué mala vida le estoy dando…

Hip, …, hip, …, hip, …

Dicen que el hipo se quita con un susto. Para nada; si no he palidecido de pavor al ver la cuenta, no lo haré en mi vida, pero, ¡qué coño! ya tengo once meses para andar mirando los precios, ahora voy a pulir hasta el último céntimo de los ahorros. Pensándolo bien, dicen que el hipo es una descompensación de ritmo entre los músculos que expanden y contraen la caja torácica para respirar y los movimientos del diafragma que los acompañan y complementan y que produce esa contracción incontrolada tan molesta y si se contrae es que algo de hueco me queda ¿no?. También dicen que el hipo se quita bebiéndose un vaso se agua sin respirar. No sé, un vaso de agua no me cabe pero probaré a beberme sin respirar un chupito de orujo de hierbas, a lo mejor…

Hip, …, hip, …, hip, …

Buenooo, ahora vienen los de Bilbao a buscarnos; parece ser que entre todas las bravuconadas de anoche, les desafiamos al mus con chulería, soberbia y el recochineo descarado con que se hacen esas cosas, recogieron el guante y llegan con ganas de cobrarse nuestras cabezas como trofeo. Les digo que me es imposible, que con este hipo cabrón no voy a poder hacer una seña en condiciones o, lo que es peor, va a parecer que estoy haciendo señas todo el rato y, ya sabes, en el mus puedes mentir todo lo que quieras con palabras pero hacer señas falsas está muy penado. Se han quedado pensándolo y asienten con la cabeza, saben que tengo razón.  Cuando estamos quedando para otro día, ya con más humildad, noto con alarma que se me ha pasado el hipo y, maldición, ellos también se han dado cuenta…



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