jueves, 8 de diciembre de 2016

Para terminar de raíz con la corrupción


En esta montaña rusa de festivo-laborable-festivo-laborable-… que disfrutamos/padecemos esta semana, he olvidado comentar algo que me llamó la atención el otro día: Salvo para Blesa y Rato, por cabecillas del invento, el fiscal rebaja la petición de pena para los acusados del juicio de las “tarjetas black” que han devuelto el dinero.

A ver, no sé si tendría cabida en el ordenamiento jurídico español pero sí responde al 100% a los criterios de arrepentimiento y rehabilitación de las penas de prisión que contempla la ley: El ÚNICO modo de acabar con la corrupción generalizada que nos asuela, es condenar a todos los encausados por este delito (evidentemente, con todas las garantías judiciales que están previstas) a la pena máxima que esté contemplada y que podría acortarse aplicando los beneficios penitenciarios a que hubiere lugar. Una vez finalizado el tiempo de condena, el reo saldría de prisión siempre que hubiera devuelto TODO el dinero que hubiera robado, desviado, gastado de modo ilícito o quebrantado a las arcas públicas más los intereses legales correspondientes. En el caso de no hacerlo, permanecería internado hasta que no satisfaciera este precepto.

Ahora mismo delinquir sale muy barato: Cualquier cargo público que se haya valido de su puesto para echarse dinero al bolsillo, es investigado, encausado, juzgado, condenado, encarcelado y, en su momento, puesto en libertad sin la obligación de devolver un céntimo. Quien, por ejemplo, ha “levantado” al Estado la cantidad de un millón de euros y, por ello, ha estado cinco años en prisión, a la salida sigue teniendo el dinero robado o, lo que es lo mismo, ha “percibido” 200.000 € por cada año a la sombra, que no es mal salario por cierto.

De este modo evitaríamos la sensación subjetiva que tenemos, cuando el chorizo de turno mira a la cámara, de que piensa: “Grita lo que quieras, me lo he llevado muerto y me estará esperando a la salida” y al delincuente en cuestión no le compensará meter la mano en la caja por las desagradables consecuencias que le pueda reportar. La pregunta es ¿alguien se va a atrever a hacer esta propuesta legislativa en serio o sólo se nos va la fuerza por la boca?



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