martes, 1 de noviembre de 2016

¿Polémica con Halloween? ¡Tó pa ná!


Ya es tener mala suerte. Te pasas el último mes lavando y almidonando banderas, pendones y estandartes; te duelen las manos de sacarle brillo a la armadura; has dejado la espada más afilada que el láser que corta los átomos y le has puesto la cenefa rojigualda a todos tus complementos de moda y va y resulta que, no sólo Halloween no es una tradición americana, sino que te enteras que se celebraba en nuestra amada piel de toro desde tiempo inmemorial. Así no hay quien reivindique.

Porque es una celebración tradicional celta, arraigada en la mitad norte de la península, llamada Samhain, que señalaba el fin del buen tiempo y las cosechas para adentrarnos en una época de frío y oscuridad en la que los espíritus aprovechaban para mezclarse entre los vivos y hacer de las suyas. La Iglesia, cómo no, se apropió de esta fiesta como de tantas otras e instauró el Día de Todos los Santos que, hasta ese momento, se celebraba en mayo.  No fue hasta 1845, con la gran hambruna que asoló Irlanda, que sus habitantes emigraron en masa a EE.UU. llevando con ellos Halloween (contracción del término “víspera de Todos los Santos”), San Patricio y Mr. Sandman.

Quién iba a suponer que la Iglesia se apropiara de cosas que no son suyas, como dinero, propiedades, voluntades, tesoros y, ahora también, celebraciones.  Pero no es de ahora, repasemos las fechas más señaladas de la cleptómana tradición cristiana:

Navidad (el nacimiento de Cristo. Ahí empezó todo, dicen). Originariamente se celebraba en primavera pero tenía mucho seguimiento el Solsticio de Invierno, como celebración del triunfo de la luz sobre la oscuridad, y para compensarlo se cambió a diciembre.

Semana Santa (la pasión y muerte de Cristo donde se establecen varios dogmas). La primera luna llena después del equinoccio de primavera era el momento señalado para que empezaran a brotar las cosechas y, por tanto, digno de una gran celebración. Ahora hemos cambiado las cosechas por atascos, procesiones, torrijas (de los 3 tipos, sólidas, líquidas y gaseosas) y operación retorno.

San Juan (Uno de los apóstoles más importantes, el más joven y amigo de Jesús). Lo intentaron pero apenas lo han conseguido. La celebración del solsticio de verano era difícilmente usurpable, ya que se celebra el día más largo del año y se encienden hogueras por su efecto “purificador” y para dar fuerza a sol que empieza a decaer.

De modo que, amigos bien pensantes, cristianos viejos y españoles de pura cepa, despues de este esfuerzo “tó pa ná”, podéis volver a vuestra enfermiza fijación contra todo lo que pueda suponer un progreso para España y los españoles: Desde el “¡Vivan las caenas!”, los gobiernos progresistas del XIX, la II República, la casi transición, o el emerger de cualquier formación política que amenace el statu quo. No vaya a ser que cualquier día acertemos y se os desmorone el chiringuito.




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