domingo, 20 de noviembre de 2016

Operación Tromboflebitis


-Plaza que parlamenta está medio conquistada- Susurró el capitán Garcinúñez a su joven subalterno.  Teodoro Garcinúñez era, a sus 40 años recién cumplidos, el capitán del Grupo Especial de Operaciones con mejores expediente y hoja de servicios, respectivamente, en toda su historia. Es cierto que tampoco había tenido oportunidad de enfrentarse a operaciones de especial complejidad pero, todo lo que había caído bajo su mando, lo había resuelto con discreción, profesionalidad, determinación y eficiencia y, si nada se torcía, se le auguraba un gran futuro dentro del organigrama de la Policía Nacional.

Ese 20 de noviembre se había revelado como el día de su oportunidad; si lo gestionaba como se esperaba de él, se le abrirían las puertas de la cúpula del cuerpo de par en par, si, por el contrario, fracasaba, sería otro buen funcionario engullido por las circunstancias y la mala suerte de estar en el lugar inadecuado en el momento menos favorable. La “Operación Tromboflebitis”, reunía todas las características para el éxito deslumbrante o el fracaso absoluto, sin medias tintas.

En el camión situado en la explanada que da acceso a la Basílica del Valle de los Caídos no faltaba un detalle: Central digitalizada de comunicaciones encriptadas, una pared compuesta por 15 pantallas de plasma donde se observaban, en tiempo real, las imágenes de todas las cámaras desplegadas y varios equipos de última generación que analizaban los datos enviados por decenas de sensores instalados para la ocasión. Si la Información es el Poder, en la Central de Operaciones desplegada en ese camión se reunían unas importantes cuotas de poder.

Con un gesto de su mano izquierda toda la Central de Operaciones enmudeció mientras su mano derecha pulsaba el botón que abría las comunicaciones:
-Buenos días ¿con quién hablo, por favor?- Sonó suave y educada una voz masculina por el altavoz del puesto de mando.
-Capitán Garcinúñez, del Grupo de Operaciones Especiales- Respondió firme desde su sillón anatómico.
-Hombre, por su apellido es un cristiano viejo. Me gusta-
Cero de dos, pensó el capitán con sorna, ni cristiano, ni viejo; pero se limitó a sonreír para sus adentros antes de hablar:
-Dígame quién es usted para que ambos sepamos con quién hablamos-
-Blas de Miranda, caballero legionario y portavoz de la Miriada Patriota.-
-Disculpe, señor de Miranda, pero es la primera vez que oigo hablar de la Miriada Patriota…-
-Es posible, porque, hasta hoy, su existencia ha sido celosamente guardada pero, en esta fecha tan señalada, hemos salido a la luz y se hablará de nosotros durante siglos.-

El capitán miró a Jorge, su analista de confianza y éste, inmediatamente, transfirió a su pantalla toda la información del grupo semiclandestino autodenominado Miriada Patriota:  Aunque presumía de tener implantación nacional,  en toda España no serían más de 300 o 400, cantidad interesante pero limitada, y su actividad se había reducido a una serie de actos de carácter nostálgico del franquismo y jugar en Navidad a la Lotería para recaudar fondos, hasta hoy, que se habían encerrado en la Basílica del Valle de los Caídos, una cifra indeterminada de personas y estaban a la espera de ver por dónde se descolgaban sus peticiones de "buenos españoles". Resumiendo: Un grupo de grillados con ínfulas fascistoides que, juntos, no reunían un cerebro sano.

-Podemos ayudarles, señor de Miranda, díganos cuáles son sus peticiones y veremos hasta dónde podemos llegar.- Envolvió conciliador el capitán a su interlocutor, dejándole caer que, con seguridad, no podrían atender a todas sus demandas, que era cuestión de hablar.

-Es sencillo, no son muchas cosas- Contestó la voz al otro lado del teléfono y se hizo un breve silencio salpicado de los sonidos metálicos que haces al ponerte una gafas. –Veamos: Lo primero es derogar ese engendro contranatura que es la Constitución y volver a los 12 Principios Fundamentales del Movimiento y las 7 Leyes Fundamentales que componen el marco doctrinal, orgánico, programático y jurídico que necesita la nación española-
-… la nación española. Siga-
-Ilegalización de los partidos políticos y encarcelamiento preventivo, hasta su juicio, de todos sus líderes. Formación de un Gobierno de Salvación Nacional. Unidad de información en todos los medios de comunicación y reinstauración de la Fé Católica como modelo espiritual de moralidad del Estado-
-Le voy a ser sincero, señor de Miranda, Esto que usted me pide es complicado de atender-
-Es muy fácil, si no se atienden nuestras justas exigencias, este templo, con las 2.500 almas que estamos en su interior, el conjunto escultórico y la cruz que lo corona, volaremos hechos añicos por los aires para oprobio de los patanes que nos gobiernan y vergüenza para los españoles de corazón que son millones.-
-Un momento, un momento. Hablemos, que es muy grave eso que usted dice. Esas personas tendrán familia, amigos, gente que les quiere…-
-Si les quieren sabrán que, como buenos españoles, la patria está por encima de cualquier otra cosa; lo entenderán y presumirán con orgullo de haber conocido y tratado  a sus mártires-

Mientras escuchaba, el capitán enviaba un correo encriptado al ministerio relatando lo complejo de la situación y ojeaba un informe operativo que incidía en la imposibilidad de penetrar por la fuerza en la basílica cerrada, que estaba excavada en la roca y no había otra entrada, ni siquiera un mal conducto de ventilación que facilitara un acceso.

-Yo le pediría, señor de Miranda, que salieran de ahí tranquilamente y, a cambio, le garantizo gestionar una entrevista con las máximas autoridades del Estado para abordar sus reivindicaciones.-
-No nos vamos a entender por ese camino, capitán Garcinúñez, pónganlo en manos del ejército y está resuelto en cuestión de horas-
-El ejército ha jurado defender España y su Constitución, le estaríamos pidiendo romper un juramento que, como usted sabe, es sagrado-
-No me va usted a pillar por ahí. Hay que volver a los soldados de leva, esa aberración de profesionales sólo los convierte en mercenarios que obedecen al dinero…-

El capitán Garcinúñez abrió el correo encriptado que acababa de recibir del CNI, reenvío de otro en inglés, procedente de la CIA.  Hechas las pertinentes comprobaciones, interrumpió sin más palabras la comunicación y dio orden de desmontar todo el operativo. En poco más de 40 minutos, la explanada y los accesos al Valle de los Caídos quedaron desiertos, sin un mal pájaro piando en una rama.

Al cabo de dos horas, más o menos, se entreabrieron tímidamente las puertas de la basílica, se asomaron tres cabezas curiosas que, al no ver a nadie, salieron bajo el arco principal. No había un alma en varios kilómetros a la redonda. Blas de Miranda sacó un teléfono del bolsillo de su camisa azul y, con desgana, marcó un número de teléfono.

Cuando la fila de autocares llegó a frente a la basílica, un grupo de muertos vivientes se dirigió arrastrando los pies y mirando al suelo a su transporte de regreso.  La humillación sufrida solo había certificado sus sospechas, el franquismo estaba muerto y enterrado con su líder. Ahora, seguían mandando los mismos pero ataviados con unos disfraces mucho más vistosos.

En la antesala del despacho del ministro el, todavía, capitán Garcinúñez esperaba nuevo destino. La “Operación Tromboflebitis” había sido un éxito.


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