miércoles, 2 de marzo de 2016

Lo que nunca escucharemos en un debate de investidura por mucha falta que haga:


Hemos metido la pata y hemos metido la mano, ahora llega el momento de pedir perdón,  de estar una temporadita en el “rincón de pensar” y de que gobiernen otros.

Si pretendemos contentar a unos u otros nos equivocaremos, lo que debemos hacer es resolver de una vez los problemas de los que sufren, no dar más a los que ya tienen mucho.

Defender la patria, bla, bla, bla… Lo español lo primero, bla, bla, bla… Me creeré esa palabrería cuando, todos los que la dicen, paguen sus impuestos en España y todos los que tienen que pagar, sin escatimar un céntimo

La impunidad es indeseable en política, si queremos dignificar la función pública debemos tener, como mucho, los mismos derechos que cualquier ciudadano y, como poco, las mismas obligaciones.

La riqueza de un país se mide en el bienestar de sus habitantes, en que no haya nadie desatendido y en mejorar todo lo que sea posible, no en la obscenidad de la lista Forbes.

Lo más parecido a una dictadura es tipificar las opiniones como delitos.  Jamás debería haber ocurrido y se corregirá de inmediato, sin perder un segundo.

Devolvamos a las palabras su significado: Los mercados son esos lugares donde vamos a comprar la fruta, el pescado, la carne … Lo otro es poner cara amable a alimañas financieras sin alma.

El motor de un país lo constituyen sus trabajadores.  Si no funciona uno de cada cinco cilindros de ese motor, tenemos una avería que, antes o después, nos dejará tirados y la Reforma Laboral, que es echar agua a la gasolina, solo lo agrava.

Si nos respetamos de puertas para adentro, nos respetarán en Europa. Si no, seremos el pito del sereno por muy serviles con Merkel que queramos ser.

¿Firmar acuerdos internacionales que pisoteen la soberanía? Por encima de mi cadáver.

La Educación no es ese capricho que hay que modificar cada cuatro años, trabajaremos con todos para lograr un sistema que sea válido por décadas. Las generaciones futuras lo agradecerán y el país también.

Un país serio tiene la obligación de respetar todas las creencias y no hacer suya ninguna.  Las religiones son opciones privadas y, como tales, serán tratadas; sin prejuicios pero sin privilegios.

Las mujeres suponen, al menos, el 50 % de nuestra sociedad en todos los aspectos y, quien no esté de acuerdo, tiene otros planetas donde vivir.

La Constitución es una herramienta que debe ser útil. La que tenemos lo fue en su momento pero ha quedado obsoleta. ¿Quién quiere arar con una yunta de bueyes habiendo tractores? Todo el mundo tiene algo que decir al respecto, escuchémosles.

Es intolerable la factura energética que pagamos teniendo recursos renovables sobrados para ser una potencia mundial. Las compañías energéticas están a nuestro servicio no al revés.






1 comentario:

Javier Marcos Angulo dijo...

Amigo Fermín, hay mucha falsedad y maldad en la clase política y eso creo que nos lo hemos ganado a pulso.
En fin, o se da un zapatazo en la mesa o la mesa se nos caerá encima sin remedio.
Un abrazo