domingo, 13 de diciembre de 2015

Ilustres personajes anónimos: El cocinero de encuestas


Hay costumbres gloriosas que se están perdiendo.  Hace no demasiado tiempo, antes de su eclosión televisiva, podía verse a afamados cocineros que, a diario, visitaban los mercados escudriñando con detalle cada verdura, pieza de carne o pescado y llevándose a su cocina lo mejor, sin escatimar el precio. 

Los últimos años han contemplado la desaparición de los grandes chef de los puestos de sus proveedores clásicos, que han sido sustituidos por “visitadores gastronómicos” que, de una parte, sirven a domicilio cualquier producto que se les pida, por rebuscado que sea y, sobre todo, realizan una sorda labor de lobby a favor de determinados grupos a quienes interesa promocionar un ingrediente concreto; bien para absorber un stock excesivo o bien para beneficiar a un productor determinado que lo lleva en exclusiva.

Estos productos aparecen en las recetas mediáticas de un día para otro y, por un precio tasado de antemano, nunca barato, el guisandero de turno nos explicará las bondades para la salud de la baya de aligustre y las exquisiteces que se pueden elaborar con su aportación a cualquier guiso.  Al cabo de unos días, los fruteros/verduleros del país abrumados por una demanda insatisfecha, terminarán con todas las existencias en Europa de la fea, amarga y tóxica baya de aligustre, para regocijo de la cuenta corriente de su espabilado productor y distribuidor.

Las encuestas electorales experimentan un proceso similar.  Uno a varios grupos poderosos, con unos marcados intereses económicos, estimarán a tanto alzado el beneficio obtenido por la llegada al poder (o a posiciones de influencia) de tal o cual partido político y dedicarán un porcentaje a “invertir” en su promoción.  Esta promoción se llevará a cabo mediante un desembarco mediático de choque, que incluirá su mención y aparición estelar hasta en la información meteorológica, un reflejo (nunca real) en las encuestas de intención de voto, debidamente “lubricadas” a favor de la formación objeto de sus favores y, en una sucesión arrolladora, más apariciones televisivas, más encuestas favorables, hasta culminar en el día de las elecciones con mensajes sutiles pero implacables.

El mismo proceso, quizá con métodos más burdos, se utiliza para hundir a quien no se considera útil o es un estorbo para sus intereses.  Lanzamiento de rumores, informaciones denigrantes, denuestos sin fin, encuestas artificialmente a la baja, humillaciones públicas sin cuento, errores elevados a primera página, aciertos degradados a anuncios por palabras, encuestas más a la baja, fotografías poco favorecedoras y algún caso de corrupción (real o no) aireado hasta la náusea.

Del mismo modo que los cocineros del ámbito gastronómico, consiguen un jugoso sobresueldo en complicidad con los distribuidores alimentarios de su cuerda; los cocineros demoscópicos, de la mano de la maquinaria periodística afín al poder, ven como se cubren holgadamente sus objetivos económicos, solo por cambiar unos porcentajes que, en el recuento electoral, demostrarán su eficacia en la manipulación de la opinión pública.

Amigos, amigas: cada uno tenemos una boca para comer, unas papilas gustativas para identificar sabores, un cerebro para pensar y unas manos para introducir una papeleta en la urna.  Recordad:  La baya de aligustre es amarga y tóxica y Ciudadanos es un partido artificial, producto de marketing, que la derecha tenía en rodaje en previsión del desgaste que sufriría el Partido Popular.  El próximo martes, cuando se publiquen las últimas encuestas, no os dejéis engañar, no digáis que no estabais avisados y, sobre todo, usad el cerebro antes de meter vuestro voto en la urna.




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