lunes, 7 de diciembre de 2015

Ilustres personajes anónimos: El Seguidor Mitinero (fanatici sectator vulgaris)


Existe una subespecie humana, oculta entre la multitud en periodos no electorales, que se manifiesta en todo su esplendor cuando se acercan unos comicios: El Seguidor Mitinero.

Se trata de individuos, de todos los géneros, que han hecho del mitin su espacio vital; es el lugar y el momento en el que se sienten cómodos y la situación en la que se expresan con toda la pasión de que son capaces (que es mucha).

¿Cómo reconocerles? Aunque su indumentaria tipo les mimetiza con el resto de seres humanos, hay una serie de detalles que, una vez educado el ojo, les hacen destacar de los demás:

-Merchandishing. Portan y lucen con galanura todos los aditamentos creados para la convocatoria electoral en cuestión: Gorra, bufanda, pañuelo, bandera, banderola, camiseta, pin, pegatina, bolígrafo, abanico, gafas y cualquier otro producto ideado por la mente calenturienta de los creativos publicitarios. Lo llevan todo encima, todo visible y cada cosa en su sitio, mirando con desdén a los advenedizos que carezcan de algún elemento en su vestimenta.

-Posado y selfie.  Cada vez que el candidato o candidata (ojo, reacciona de modo diferente, según sea hombre o mujer) detiene fugazmente sus pasos para posar o saludar a alguien, ahí estará el Ser Mitinero sonriendo con gestos de victoria o disparando su teléfono móvil en modo selfie, para aparecer retratado junto al causante de sus pasiones y completar una colección de miles de instantáneas que atesora con celo.

-Ubicuidad.  Se han dado casos, perfectamente documentados, de seres mitineros que, en un paseo de 30 metros del candidato, han aparecido 10 veces en 10 lugares distintos y ofrecido 10 niños diferentes para ser besados y ungidos con el carisma del líder.

-Filias y fobias.  No hay duda que sus mejores amigos son quienes porten una cámara, ya sea fotográfica o de vídeo, ahora bien, si se trata de un operador de televisión, es capaz de empeñar las joyas de la abuela con tal de salir en un buen plano. Del mismo modo, tienen un enemigo irreconciliable: El asesor de imagen. En función de cuál sea el acto electoral en cuestión, se exige un perfil concreto para que aparezca en el escenario, junto al candidato, o en las primeras filas, dando imagen juvenil, de mayoría femenina, de personajes conocidos o público discreto. Da igual, se las apañará para aparecer siempre y en el lugar más destacado provocando vahídos de indignación en el asesor de turno al ver las imágenes emitidas.

-Memoria de pez.  Cuando se trata de una candidata, es invariablemente la más guapa (nunca las más lista) y si es un candidato masculino, los piropos se dividen. En cualquier caso, matarían y se dejarían matar por ellos hasta que estos sean sustituidos por otros, caso en el que se olvidará su existencia y sus recuerdos, hasta el punto de sentarse junto a ellos y no reconocerlos.

La noche electoral, durante el recuento, se muerden las uñas hasta convertir los dedos en muñones y ríen o lloran según convenga al resultado obtenido. A la mañana siguiente van a trabajar como si nada y, cuando alguien les reconoce en una fotografía o reportaje, afirman que, simplemente, pasaban por allí.

A ellos también hay que quererlos porque, aunque molestos, son completamente inofensivos como ese banner que aparece en la página que visitas, justo sobre el párrafo que te interesa. No hay problema, pinchas en la "X" para cerrarlo y...  no te hará ni puto caso.




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