sábado, 2 de marzo de 2013

UNA REFLEXIÓN POLÍTICAMENTE INCORRECTA



Si, faltan diez años para que las personas que tienen 60 años cumplan 70 (y así, todos).  No, no soy el sucesor contemporáneo de Sherlock Holmes.

Cada día, compruebo con desagrado la nefasta influencia que la TDT Party ejerce sobre buena parte del colectivo de pensionistas.  En el Metro, en el ambulatorio, en el trabajo, en el bar escucho conversaciones sonrojantes que repiten, de manera prácticamente literal, los argumentos retorcidos, falaces, embusteros, interesados, mentirosos y groseramente manipulados empleados en determinados programas de la televisión de ultraderecha.

A veces, demandan complicidad con una pregunta o una mirada inquisitiva y, al desmontarles el discurso con rigor y generosas dosis de la cruda realidad, miran con desdén o desprecio y, en ocasiones, lo acompañan de alguna alusión cercana al insulto.

Es triste porque, en su mayoría, se trata de personas desencantadas que rechazan aprender cosas nuevas, contemplan el mundo de Internet como un arcano inaccesible e, instalados en la comodidad del sofá, acuden puntuales a su cita con los voceros de la caverna para que les regalen los oídos con montajes, conspiraciones de pacotilla, mensajes obscenos contra la sociedad y unas pretendidas “verdades del barquero” proferidas por personajillos de dudosa catadura moral que difícilmente aprobarían un sencillo test de convicciones democráticas.

Este comportamiento responde fielmente a la estrategia pergeñada por quienes diseñaron un reparto de licencias televisivas a su imagen y semejanza.  Canales que, tras una mínima investigación sobre quién está detrás, quién se sienta en sus consejos de administración, qué sospechosas fuentes de financiación les surten de gasolina para sus incendios diarios o la onerosas trayectorias de sus “periodistas estrella” cubrirían de vergüenza al más descarado de los mortales.

Cada iniciativa legal emprendida contra estas serpientes catódicas ha chocado con escandalosas acusaciones de liberticidio y el enroque descarado en una lectura de la Libertad de Expresión que se asemejaría a una apropiación indebida del ascua y de la sardina.

Desconozco qué vericuetos legales pondrían coto a tanto desmán.  Ignoro si, legalmente, podrían adoptase medidas contra sus anunciantes.  Carezco de la formación necesaria para saber si sus alegatos pro golpistas o directamente guerracivilistas, reaccionarios, ultra católicos, machistas y homófobos están amparados por el código civil o penal pero, de lo que no tengo duda, es del daño potencial que estos Predicadores de la Cizaña infringen a la debilitada salud democrática de este país.

En mi infancia existía un sello discográfico que, ayudado por la imagen de un perro escuchando un gramófono, tenía como eslogan: “La Voz de su Amo”.  Pues eso…

Posibles medidas legales al margen, lamento concluir como empecé:  Mientras existan personas que se nieguen a aprender, cotejar datos, analizar con espíritu crítico y extraer conclusiones durante toda su vida, la brecha digital constituirá un grave problema para adquirir la formación e información que nos hagan tener una visión panorámica y veraz de nuestra sociedad (¡Ojo! También hay que saber separar el grano de la paja).  Mientras tanto, sólo podemos depositar nuestras esperanzas en el paso inexorable del tiempo. Hasta entonces, Goebbels desmelenado.

1 comentario:

Josemi Sarralde dijo...

Es increíble el pésimo nivel, en general, de los tertulianos de los medios de la caverna. Su desconocimiento y su falta de respeto hacia todo el que no piensa como ellos. Pero es cierto que, lamentablemente, tienen predicamento.