viernes, 18 de mayo de 2012

MISCELANEA ENCABRONADA



En mis años de colegio contábamos un viejo chiste: ¿Cómo se llaman los boomerang que no vuelven? Palo.  Hace poco oí hablar a un tertuliano de esos que saben tanto que, como dice un viejo adagio, igual se planchan un huevo que se fríen una camisa.  El hombre, acosado sin piedad por la verdad y la dura realidad, no quería apearse del burro de la magnífica gestión que, de Bankia, había hecho Rodrigo Rato y no se le ocurrió otra cosa que vaticinar un efecto boomerang que colocaría a la entidad financiera entre las tres más solventes de Europa.  ¿En las emisoras sirven licores espirituosos a los tertulianos?  Volviendo al principio:  Mi hijo, de mente despierta; me recordó el eslogan de la salida a bolsa de Bankia: “Si quieres ser banquero…, echarás un palo en el puchero”


En una conversación descansillo de escalera de esas que abundan en las comunidades de propietarios (fuente impagable de sabiduría perdida por las colonias de adosados), dos vecinos míos, ya con cierta edad, hablaban y no paraban de la situación económica mundial, europea, española, madrileña y doméstica –así, en 10 minutos- y, después de poner de “hoja perejil” a cualquier gestor público de oficial administrativo para arriba; ambos se preguntaban cómo era posible que, si antes se hacían muchas cosas y aún nos sobraba dinero, cómo era posible que ahora, que se hace la cuarta parte, no tengamos un puto duro.  El dinero ni se crea ni se destruye, señores, sólo cambia de bolsillo (pero nunca viene al nuestro).


¡Qué lista es la Villalobos!  Ayer, en el Congreso de los Diputados, se perpetró la convalidación del recorte salvaje de 10.000 millones de euros en educación y sanidad en una sesión sembrada por las intervenciones ominosas de los ministros del ramo y la mayoría cómplice que les secunda.  Tras un baño del portavoz de sanidad socialista a la iletrada ministra de nuestros dolores, saltó a la pista; cual espontáneo taurino, la presidenta circunstancial del Congreso; para atraer hacia sí la atención mediática y, viva dios, que lo consiguió: Hoy figura en los medios escritos y digitales, con mayor relieve tipográfico, la ofensa y posterior disculpa de “La Villalobos” que la puesta en almoneda pública de las joyas de la corona:  La Educación y la Sanidad pública. ¿Todavía picamos?


Cada día avanzan un pasito más y cada día nos escandalizamos un pasito menos.  Cualquier muestra de iconografía, simbología o declarada simpatía fascista o nazi, no hace mucho, pellizcaba nuestras tripas y provocaba la lógica reacción de repulsa pública y privada.  Ahora no y, sinceramente, dice mucho de lo bajo que estamos cayendo.  No hay día que no veamos el saludo romano en un informativo, Twitter o en la misma calle y, consintiendo su principal argumento, el miedo; permitimos que esto ocurra sin denunciar a estas camarillas infames que hacen de la intimidación su bandera.  No por manoseada, esta máxima pierde un gramo de validez:  Quien no conoce la historia está condenado a repetirla.  ¿O sí la conocen? 

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