lunes, 20 de febrero de 2012

ILUSOS, CREEN QUE NO SABEMOS HACERLO MEJOR



Soy muy aficionado a pasear por el campo, respirar ese aire que en Madrid se nos niega, ejercitar las piernas y el cerebro y, si hay suerte, saludar como merece a cualquier boletus edulis que se cruce en mi camino.  A veces, quien comparta conmigo esta afición lo sabrá, el intestino desconoce que se encuentra en un ámbito natural y reclama su cuota de protagonismo como si estuviéramos disfrutando de las comodidades domésticas. 

Inoportuno.

Cualquiera que, como yo, sea de natural pudoroso se apartará de la senda, buscará un rincón recoleto y, en postura humillante como pocas, dará cauce a las urgencias digestivas.  Ocurre que nuestro ojo (de ver) no está hecho a la flora campestre y, en más ocasiones de las recomendables, reconocemos una especie cuando ya es demasiado tarde.  En este caso en concreto, mezclamos el relajo producido por la obediencia a la llamada interna con el efecto desazonador del roce inopinado de una nalga con una traicionera ortiga.  Hemos cambiado la tormenta interna por varias horas de un escozor tan inofensivo como molesto. 

Inconfesable.

La Reforma Laboral (en adelante “Deforma Laboral”), ha tenido un efecto demoledor en cualquier persona de bien con dos dedos de frente: Nos ha revuelto las tripas.  Con buen juicio nos aprestamos a hacerle saber a los responsables el volumen de nuestro disgusto y, como es menester, hacerle mirar con temor hacia su propio culo con la seria sospecha de haberla cagado. 

Hasta ahí bien.

Lo jodido es que, los “Deformadores profesionales”, volvieron de la inspección alarmada de ropa interior con una medio-sonrisa de alivio: “Sólo ha sido un pedete con recado”.  Medio millón de personas (generosamente) manifestándose en Madrid y, de ahí para abajo en las demás ciudades, no son para echarse a temblar. 

Sabemos hacerlo mejor.

Los procesos sicosomáticos son complejos pero, afortunadamente, están bastante desentrañados y uno muy importante es el que dicta que el miedo (que no el susto) es astringente.  Debiéramos haberle mostrado al Gobierno que ha llenado de mierda lo que ha tocado.  Sólo han humedecido tolerablemente el fondillo del pantalón y en nuestra mano está hacer que toda su elegante ropa de marca apeste a la podredumbre de la que han inundado este país. 

Se verá.

Los sindicatos, lógicamente desencantados, hablan ya de negociar y, el Gobierno, se agarra al aforismo de “Plaza que parlamenta está medio conquistada”.  Creen que les ha salido mejor de lo que pensaban y SE EQUIVOCAN.  Necesitamos a los sindicatos y ellos, por supuesto, también nos necesitan…

¡Hace falta ya una huelga, una huelga. Hace falta ya una HUELGA GENERAL!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para los asuntos intestinales de obligado cumplimiento, me remito a José Mota y a "sus" apreturas históricas.
Respecto a la deforma laboral y los sindicatos estoy confuso ...
Soy histórico militante ( pagando pa entendernos) de los sindicatos y Rajoy me ha ayudado a dar el paso contrario al esperado, me he borrado, tras algunos años de duda.
Me representan ¿? poco, los cursos de formación que les forran me dan verguenza, del último me borré, pués el mismo profe que daba photoshop daba carretillas elevadoras, de verguenza...
Una vez que me tuvieron que defender, utilizaron la técnica rusa del secuestro checheno del Teatro Dubrovka...(Que los salvaron a todos, para el cielo) En fin que los sindicatos, sin duda son necesarios para los trabajadores, pero asi noooooooooo
Esas banderolas sindicales, que parecen las legiones romanas, están ya pasadas de moda, ni ellos se lo creen, ni se lo cree el gobierno, ni se lo creen los trabajadores...

Otros sindicatos son posibles.

Tabardin

Fermín dijo...

¿Ves? Sabemos hacerlo mejor. Hagámoslo, si nos quedamos quietos nos irán sacando poco a poco al contenedor de los estorbos...