martes, 24 de enero de 2012

RAJOY Y EL ESPEJO DE CHOCOLATE



En mis tiempos de veloz lateral izquierdo, viéndome ahora quién lo diría, teníamos un compañero que nos deleitaba con espectaculares saltos y estiradas imposibles sobre las colchonetas del gimnasio.  El muchacho, cuyo nombre no recuerdo, pidió al entrenador incorporarse al equipo como portero, petición secundada con algarabía por el resto de la clase.  El entrenador, abrumado por nuestra insistencia, lo citó para el siguiente entrenamiento y, al concluir éste, sentenció al pobre “palomitero” al ostracismo de por vida:  “Chaval, tienes menos reflejos que un espejo de chocolate”.

Pues Montoro, de Guindos, Soraya y Rajoy no le andan a la zaga.

Traían en el guión las recetas del 96 pero, ¡Ay dolor! Entonces ya vendieron todas las joyas de la abuela y la quincalla que dejaron no la quiere nadie.

Traían en el guión la liberalización del suelo para reinflar la burbuja inmobiliaria pero el stock de viviendas vacías, la postura enrocada de los bancos para con las hipotecas, el desempleo galopante y, en consecuencia, la ausencia de dinero en circulación lo hacen inviable.

“A nosotros nadie nos dirá lo que tenemos que hacer”.  Tampoco.  Se rumorea que, a las reuniones del Consejo de Ministros, asiste un comisario de Merkozy que les dicta la agenda.

“Hay que emprender una profunda reforma laboral”.  Hasta que a la CEOE se le han visto los colmillos, bajo del disfraz del corderito bonachón, había quien dudaba pero ya no.  Es muy complicado crear empleo facilitando el despido.  Es como tratar de blanquear una fachada usando pintura negra.

Después de la brasa que dieron a Zapatero y sus mariachis sobre improvisaciones varias, cambios súbitos de rumbo, desconcierto y desconfianza exterior; Rajoy debe acudir a las reuniones europeas con un notario que asevere que, lo poco que dice, será verdad al menos durante diez minutos .

Ahora atruena el sonido estridente de las alarmas:  Con tanto recorte la economía entrará en coma y se irá desangrando lentamente por la herida del desempleo.  Hemos entrado en recesión y, como el náufrago en la balsa, vemos con pavor como el oleaje aumenta exponencialmente.  “¿Y qué hacemos ahora?” Se preguntan con angustia.

Alguna pista hay por ahí:  Estados Unidos apostó por poner la prioridad en la inversión pública antes que en su monstruoso déficit y está creando empleo a buen ritmo, lo que aumenta el dinero en circulación, lo que estimula el consumo interno, lo que produce un repunte económico,… Lo que se llama entrar en el círculo virtuoso.

No es que me considere un apasionado del FMI, más bien al contrario, pero, si la propia Gerente sugiere que con los recortes nos vamos al abismo, quizá alguien debería hacerle algo de caso.

A ver si son capaces de parar alguna que son un coladero.

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