sábado, 31 de diciembre de 2011

LA TRINIDAD LAICA


Atendiendo cada quien a su particular taxonomía, según quien lo haga, nos clasifica en grupos distintos:

En la Izquierda nos ordenamos según el modo que tengamos de ganarnos la vida, es decir, yo soy una asalariado luego soy Clase Trabajadora.

La Derecha tiende a clasificarnos según nuestro nivel de renta; en ese caso, yo que no soy de los que menos tienen y tampoco de los que más, sería Clase Media.

Esperanza Aguirre, tan peculiar para casi todo, nos etiqueta según… según sus filias y fobias, ergo yo, que soy trabajador público, pertenezco a la Clase Pasiva.

Con este ejemplo por delante, tres clases sociales distintas y un solo yo verdadero, todos respondemos a una suerte de trinidad laica. Pues bien, a las tres se nos ha quedado cara de gilipollas con las reformas emprendidas por el gobierno de Rajoy.

Como asalariado, el Gobierno me ha aplicado una subida de impuestos que será más cuantiosa, lógicamente, en función del sueldo.  ¿Lógicamente?

Tendría todo el sentido, por aquello del criterio de solidaridad que debe mover a la Administración, que ya que se han subido los impuestos a las rentas del trabajo, se hiciera lo mismo y en igual proporción con las rentas del capital.  Pues no.

Las grandes fortunas, los fondos opacos, las SICAV, … ; los responsables de unas cifras de fraude fiscal que rondan los 60.000 millones de euros (se acabó el problema del déficit) se van de rositas y, asomados al balcón de su atalaya, observan divertidos como el Sheriff de Nothingham se lleva las últimas gallinas del corral.

No se me interprete mal, no me desagrada pagar impuestos y, si nos ponemos, me encantaría pagar 100 veces más pero paguemos todos, cada uno en función de nuestra renta, no solo los asalariados.

Porque con los impuestos se financian los servicios públicos y sin impuestos se privatizan, percibiendo unos servicios más caros y de peor calidad.

Porque con los impuestos se deben llevar a cabo inversiones que, además de mejorar el país, crearían puestos de trabajo que invertirían el efecto dominó en que estamos inmersos.  En EEUU se dieron cuenta y ya están en ello.

Porque con los impuestos no se deben salvar de la quema a los bancos que JAMÁS repartieron dividendos con el Estado a quien ahora exigen salvación.  Tuvimos una banca pública que sirvió de alivio a los más necesitados en crisis anteriores. Ya no existe.  Y si tiene que quebrar un banco, que quiebre.  Están quebrando muchas pequeñas empresas para que ellos no lo hagan.  En Islandia se dieron cuenta y están creciendo a buen ritmo.

Sin embargo, no es justo acusar a Rajoy de mentir: Dijo que iban a aplicar las mismas medidas que en el 96 y ya están dando pasos hacia la creación de otra burbuja inmobiliaria.

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